El resplandor

En la lista de artefactos con accesorios ridículos, agreguen un conversor/sintonizador para TV digital provisto por empresa de TV satelital (aunque supongo que debe ser genérico) con un LED en su frente que indica el encendido y que tiene más potencia que el sable láser de Luke Skywalker.

Vas a poder disfrutar de multitud de canales en tu cuarto, eso sí: no vas a poder dormir nunca más con ese punto azul brillante que insistirá clavarse en tu retina aún a través de los párpados.

Intentarás ubicar el conversor de manera tal que el LED no apunte directamente a tu rostro, pero en ese caso el sensor receptor del control remoto -que se encuentra al lado del indicador de encendido- quedará fuera de alcance y habrás retrocedido 40 años en tu experiencia como televidente.

Apagar el conversor también es posible, y con esa operación el resplandor azul que baña la habitación desaparece, pero la próxima vez que lo enciendas tendrás que esperar quince minutos a que cargue la programación actualizada.

Pero no sólo hay malas noticias: tendrás infinitas horas en vela para insultar al genio del LED, a su familia y a sus empleadores.

El cuento del tío y el oxígeno energizado

Una buena amiga, preocupada por los ambientes poco ventilados de nuestras oficinas, llegó entusiasmada con un ozonizador portátil, con la mágica promesa de purificar el aire, eliminar olores y, como si faltara algo, incidir positivamente sobre nuestra salud física y mental reduciendo el stress y oxigenando nuestros cuerpos.

No le presté mucha atención al asunto, ni siquiera cuando tuve el aparatito a pocos centímetros de mis pies, bajo mi escritorio: no hace ruido y el olor leve del ozono no era tan intenso como para incomodar. Hasta que un par de horas después, pese al clima templado, comencé a sentir un malestar en la garganta y el pecho. Quizás fuera casualidad, pero por las dudas apagué el milagroso artefacto energizante, y por unos minutos olvidé el asunto.

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Hacer ejercicio es cosa de nerds

Y como nunca antes.

Por ejemplo: yo, que estoy gordo y pelado, salgo a caminar. En mi celular android, un aplicación usa el acelerómetro para contar cada paso y calcular distancias y calorías consumidas en el esfuerzo (programa que está activado de manera permanente y me indica, al final del día, cuántos pasos di en toda la jornada). Otra aplicación, con la ayuda del GPS, documenta la ruta, establece la velocidad promedio y me avisa por medio de unos auriculares Bluetooth, con una agradable voz femenina, las novedades de interés a cada kilómetro de la travesía.

En pausas preestablecidas por ese software, aprovecho para tomar el pulso mediante otro ingenioso programa: al tapar con mi dedo índice la lente de la cámara de fotos integrada al teléfono, se registran los cambios de color y se cuentan las pulsaciones por minuto. El resultado se guarda y se utiliza por el programa de entrenamiento para aconsejar la velocidad a la que debería ajustar mi caminata.

MIentras tanto, si así lo dispusiera -que no es el caso porque mi caminata no alcanza para alardear- podría comunicar los detalles de mi entrenamiento por Twitter, Facebook o Google+, mediante mensajes automáticos con distancias, velocidades, pulsaciones o estimación de calorías consumidas.

Cómo hacen esos ignorantes que simplemente salen a correr -y, que a diferencia mía conservan su cabellera, sus músculos y una capacidad aeróbica como para las olimpíadas de Londres- es algo que escapa totalmente a mi comprensión.

Ah bueno pero abla vien

Captura de pantallaPreciosa conversación que tuve por SMS:

Número desconocido: Hla oracio n paces a buscrme xke n vya ir mi bebe esta engripada le pds dcir a paola

Yo: No soy Horacio

Número desconocido: Quien sos

Yo: Que importa? Lo que importa es que ese Horacio no recibió tu mensaje

Número desconocido: Ah bueno pero abla vien

Y yo que pensé que estaba haciendo un favor al avisar…

La Universidad de Princenton avanza hacia el acceso abierto

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Nota: La versión original de este artículo fue escrita en inglés por Sunanda Creagh y publicada en The Conversation. Para ver el artículo original, por favor, visite The Conversation.

La Universidad de Princeton, prestigiosa institución académica de los Estados Unidos,  ha prohibido a sus investigadores ceder los derechos de autor de sus artículos académicos a los editores de revistas científicas, excepto en ciertos casos en que puede otorgarse una dispensa.

La nueva norma es parte de una política de acceso abierto destinada a ampliar el alcance del trabajo académico y procurar que las editoriales adapten los contratos estándar que normalmente requieren la exclusividad de los derechos de autor como condición de su publicación.

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Mi primer presentación con Sozi

En la entrada anterior hablé de Sozi, un complemento para Inkscape que permite hacer presentaciones diferentes a la tradicionales: el concepto de una filmina tras otra cambia por el de navegar sobre un afiche.

Pues bien, la semana pasada estuve en la Feria del Libro FAVE de la Universidad Nacional del Litoral y aproveché para hacer la prueba: si hacen click aquí se abrirá una ventana con la presentación.

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Sozi, el primo pobre (pero macanudo) de Prezi

Hace rato que me maravillan las presentaciones hechas con Prezi: son esas que simulan una cámara con zoom moviéndose sobre un póster. Los programas tradicionales (PowerPoint de Microsoft Office o Impress de Open Office) están más cerca de las antiguas filminas con retroproyector que de este (para mí) novedoso estilo de presentaciones.

Sin embargo, Prezi tiene algunos inconvenientes. Para contar sólo los que me afectan, señalaré que es cerrado, que no hay una versión desktop para Linux, que me obliga a trabajar en “la nube” -“la nube” no es una sola: yo prefiero elegir de las que me cuelgo-, y sale algunos cuantos mangos. Seguir leyendo Sozi, el primo pobre (pero macanudo) de Prezi

“No quiero que La Plata sea Rosario”

63–Siempre fuiste muy respetuoso de Gimnasia. ¿Qué te mueve a serlo?
–Tiene que ser parte de la convivencia nuestra. La categoría 75 se junta a jugar los clásicos. Si nos ponemos a cargar, no ayuda a la convivencia en la ciudad. Y te digo la verdad: no quiero que La Plata sea Rosario. Quiero salir y comer en un restaurante por más que el dueño sea hincha de Gimnasia. Y acá puedo hacerlo. Por supuesto que no falta alguien que te dice algo, pero son los menos. Y hay que mantenerlo así. El respeto es recíproco. Lo que nos pasa a nosotros, y no sé si en Rosario pasa, es que nos mezclamos mucho los hinchas de Estudiantes con los de Gimnasia en las familias, en los grupos de amigos. Si no mantenés el respeto, no podés vivir.

Juan Sebastián Verón, reportaje de la revista Animals, julio 2011, pág 10.

Entendiendo a De Narvaez

En muchos lugares de la provincia de Buenos Aires pueden verse gigantografías con el candidato a gobernador Francisco De Narvaez con una consigna misteriosa:

Hay uno

Y está con vos

Queremos que nos ayudes a escrutar las profundidades del sofisticado pensamiento denarvaísta, por eso hicimos esta encuesta:

¿Cuál es la pregunta que responde De Narvaez con "Hay uno. Y está con vos"?

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