Con una resolución de la Corte de Justicia del Estado de Nebraska, Estados Unidos ha abandonado como forma primaria de ejecución legal un instrumento de tortura y muerte que avergonzó a la humanidad durante 118 años: la silla eléctrica.
Cierto es que no se abolió aún la pena de muerte en ese país, razón de ser de este artefacto cruel y degradante que a la indignidad del asesinato legal que ayudaba a perpetrar le agregaba la indignidad de convertir la ejecución en un espectáculo morboso, rémora atávica de las ejecuciones públicas de la Edad Media. Prohibir una forma inhumana de provocar la muerte no implica humanizar el asesinato.
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