Lágrimas de cocodrilo

Me entero en Barrapunto que un grupo de empresarios argentinos se opone al plan “Una computadora portátil por niño” (One Laptop per Child, OLPC por sus siglas en inglés), con acusaciones de favorecer un monopolio, agravar la dependencia tecnológica y malgastar dineros locales en favor de grupos extranjeros.

El proyecto OLPC es una iniciativa de Nicholas Negroponte y del Massachusetts Institute of Technology (MIT), cuyo objetivo es desarrollar una computadora portátil de bajo costo (el objetivo se sitúa en los u$s 100) para destinar a la educación de los niños de países de bajos recursos. La idea de OLPC es que los gobiernos adquieran grandes cantidades de este portátil para que los mismos sean distribuidos -y no comercializados- entre los niños en edad escolar.

Por supuesto, la idea despierta muchas polémicas, en particular respecto de la necesaria inserción de esta herramienta en una política educativa integral y que hoy no parece existir. Es decir, que esta computadora no resolverá ningún problema de la educación a menos que sea parte de una estrategia más amplia. Pero hasta hoy, no se me había ocurrido que empresarios argentinos de la llamada industria informática fueran capaces de acusar a esta iniciativa de los males de los que ellos mismos participan sin ninguna culpa ni vergüenza aparente.

La nota no parece ser demasiado seria: el sitio de noticias (noticiasdot.com) es para mí completamente desconocido, lo que me impide valorarlo en términos de confianza periodística, pero más allá de eso, el artículo no cita fuentes, es absolutamente vago cuando se refiere al sector que pronuncia las críticas, si bien cita a un “fabricante argentino” no precisa la actividad, ni menciona una cámara o agrupación que se haga eco de las apreciaciones.

Menos serias que la nota, son, de todas maneras, las supuestas críticas de los “productores locales” contra la iniciativa. Dice la nota:

  • “Los países que han comprometido su apoyo han firmado pedidos por un millón de unidades lo que podría significar que las necesidades del sector educativo quedarán resueltos para varios años. Este hecho supondría unas pérdidas muy importantes para las empresas locales, principalmente entre aquellas que suministran equipos y servicios al sector educativo.”

    Falso y falso. Como decía un par de párrafos atrás, las “necesidades del sector educativo” no se resuelven por el solo hecho de contar con computadoras para los niños. Sin embargo, quienes han hecho eje en esa crítica no se han quedado en eso y existen grupos de mucho prestigio que están pensando, desarrollando y proponiendo contenidos y actividades para darle un sentido educativo real a la iniciativa.

    Por otro lado, las empresas que suministran equipos y servicios al sector educativo nada tienen que perder, porque las computadoras de OLPC son para los niños, no para las escuelas, y un uso más intensivo de la informática en educación supone mayores posibilidades de equipos y servicios para el sector educativo. Además supone servicios de mayor calidad y valor agregado que la simple provisión de computadoras de escritorio y licencias de software.

  • “Desaparecerán los concursos públicos y las contrataciones. La administración comprará una plataforma cerrada y solamente los grupos de apoyo locales podrán suministrar herramientas y servicios para estos equipos. Esto es un monopolio”, dice un fabricante argentino.”

    No tiene por qué ser así. Si un fabricante argentino pudiera desarrollar y producir una computadora portátil que orille los u$s 100, con pantalla color, procesador de 500 Mhz, memoria DRAM de 128 MB, memoria flash de 512 MB, puertos USB y conexión de red inalámbrica, con especificaciones de hardware documentadas y software libre (tal como OLPC, es decir, muy lejos de ser una “plataforma cerrada”), pues que lo haga saber al mundo en lugar de argumentar sandeces. La plataforma OLPC es mucho más abierta que las PC de escritorio que estos “fabricantes” le venden al Estado todos los días.

  • “Los fabricantes que se oponen al proyecto tambien insisten en la dependencia tecnologica que el portátil significará. “Es un equipo cerrado. Fabricado y desarrollado por las grandes del sector. La computadora llegará ensamblada y lista para ser instalada por los grupos locales que cobrarán entre uno y dos dólares por cada equipo instalado. Es un gran negocio para unos y un desastroso negocio para el país.”

    En OLPC participan empresas como Google, Red Hat, AMD, Brightstar Corporation, News Corporation y Nortel Networks. En ningún lado se ve a Microsoft ni a Intel, los verdaderos “grandes del sector”. Google, el más importante de los citados, no tiene acciones en el mercado de las computadoras, sino en el de la información. Pero este párrafo contiene la palabra clave, lo único que en verdad hacen los “fabricantes locales”: el ensamblado. La referencia a “los grupos locales” sólo puede referirse al software, mucho del cual puede ser desarrollado en el país y sin dudas la configuración de todo el software y la selección de paquetes y contenido serán decisiones locales, lo que significa un enorme avance respecto de lo que hacen los “fabricantes” tradicionales (es decir, instalar Windows más Office y desentenderse de todo lo demás).

  • “Este concluye, que además países como Argentina deberan abonar el 100% del precio del producto a un grupo extranjero lo que supondrá una sangría económica ya que de ese dinero, solamente un 1% se quedará en el país.”

    Ahora resulta que los ensambladores locales son la primer línea en la defensa de los intereses nacionales. Pues bien, supongamos que el país compra, efectivamente, un millón de computadoras por un precio total de cien millones de dólares, y que todo ese dinero se va de nuestra tierra a las manos de ávidas multinacionales. Si los “fabricantes locales” fueran los proveedores de un millón de computadoras se irían del país no menos de trescientos millones de dólares en licencias por los sistemas operativos y las herramientas de ofimática (suponiendo un precio subsidiado por volumen). Es decir, trescientos millones de dólares hacia afuera, y hacia adentro, como contrapartida, un container de papelitos de colores: esos bonitos hologramas que señalan la adquisición de una licencia. Y, por supuesto, unos cuantos cientos de millones más por todos los componentes del hardware. El “fabricante local” cobraría un buen dinero y le pagaría unos pesos a una cantidad de pibes con destornillador por poner todo eso junto. Negocio pampa, que le dicen.

El quini y el loto, en mi barrio, se juegan en la agencia de quiniela. Y a los que lo ganan no se les dice “fabricantes”.

Agregado del 8 de agosto: Además de la noticia de Barrapunto, encuentro otros análisis parecidos como el de Javier Smaldone.

2 comentarios en “Lágrimas de cocodrilo

  1. Coincido totalmente contigo. Pero como sabes siempre existen “empresas a las que les interesa el país” que se colocan detrás de estos “opinólogos”.

    Esto me recuerda a una planta ubicada en Martinez que hace años fabricaba acá un “cassette” de backup para justificar impositicamente los mainframes que entraban por aduana subvaluados y con “tratos especiales”… (creo que se llamaba 8084 la unidad de bkp)
    Cambia el monstruo de turno… pero siempre hay uno.

    Muy buen análisis… te mando un abrazo!!

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