Foto de Beatriz Lorente
En La Plata, respondiendo a una tradición que ocupa varias décadas de la joven historia de la ciudad, miles de personas se movilizan durante el mes de diciembre para construir muñecos o aún complejas escenografías, que arderán en las llamas durante las primeras horas del año nuevo.
Hay quienes vinculan esta costumbre con las Fallas que se celebran cada 19 de marzo en Valencia en honor a San José o a los ninots de las Hogueras de San Juan. Sea cual fuere su origen, se ha convertido en una curiosa celebración con características propias que engalana cada barrio.
Hay muñecos que se perfeccionan cada año y que esconden en su equipo de constructores a artistas plásticos, escenógrafos, arquitectos. Otros, más modestos, son construidos por grupos de niños y jóvenes menos ambiciosos pero igual de entusiastas. Hasta los hay mínimos, de no más de un metro de altura, que representan quizás a una familia que ha decidido tener su propia quema.
Hay también temporadas que marcan la quema: este año ha sido pródigo en personajes de ficción. Hay oportunidades en que los sucesos deportivos condicionan severamente la elección, y los muñecos pasan a representar los triunfos o los fracasos del año. Otras veces la crisis económica o la situación política se hace presente en las figuras: en 2001 personajes como el ex Ministro de Economía Domingo Cavallo o los ex Presidentes Fernando de la Rúa o Carlos Menem engalanaban casi todas las esquinas para ser entregados a las llamas rituales, en una ceremonia que pretendía enterrar en las cenizas del año viejo las frustraciones de toda una década.
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